Ben Brooks es inglés. Tiene
menos de veinte años, un flequillo frenopático, un historial
razonablemente largo –considerando su edad- como consumidor lúdico
de ketamina, y una linda novela recién publicada:
Crezco /
Fes-te gran (Blackie Books / Empúries). En lugar de una cita
de Sterne, su libro empezaba citando una canción de Los Campesinos!,
así que ya puede imaginarse por dónde van los tiros. Su novela
parece escrita por un Tom Sharpe de 19 añines que hubiese abusado de
la pornografía y los estimulantes farmacéuticos. Brooks es un
ejemplo del SuperYo
teenager actual (presencia abrumadora en
el ciberespacio, sobreabundancia de información sobre sus
movimientos intestinales o sacudidas autoamatorias, cien mil millones
de amigos y amigas en Facebook, muchas fotos suyas haciendo un mohín)
que, sin embargo, utiliza en su voz narrativa los elementos clave de
la narrativa vivencial con sangre y pulmones: alejamiento, artesanía,
contención, brevedad, sentido del humor, sentido del ridículo,
ritmo e imaginación. En Primera Persona nos gusta la mente y
crueldad púber de Ben Brooks, y le traeremos a Primera Persona para
que realice un show exclusivo, por primera vez en nuestra ciudad.
