28 mar 2012

Llenos de vida: fans de Fante

Bandinis y bandidos, fans todos de Dan Fante y también de su padre, nos reunimos ayer en Heliogábal para rendir homenaje al hombre y a la estirpe (y de paso presentar en sociedad Primera Persona). 
Si algún autor nos ha impulsado a sacarnos de la manga algo como este festival, ése es John Fante. Si algún autor vivo es su digno heredero (más allá de que, efectivamente, sea su vástago) ese es Dan Fante. Y lo demostró a lo grande. 
Estamos hablando de héroes sin placa, estamos hablando de autores "de culto" (esa etiqueta comercial para designar a autores que siguen unos pocos, unos pocos que los aman con pasión incondicional hasta que se convierten en legión). Aun así, el Heliogàbal (jugábamos todos en casa) se llenó de gente para ver al venerable hombre debajo del bombín y detrás de las gafas de David Hockney. Dan despachó poemas y fragmentos descarnados con fraseo a lo John Cooper Clarke y con una voz que podría derribar robles centenarios. Dan, también, se vino arriba y leyó muchos fragmentos y por la sala corría un silencio de misa de domingo (con vino incluido, evidentemente). 
Antes habían leído escritores que escriben porque leyeron a Fante. Eso no es fácil: autores que cambian vidas. Escritores que se cartean con Dan, que piensan que John está a la altura de los grandes, que bautizan a sus hijos Bandini y que tienen correos electrónicos con el mismo nombre. Fan(te)s.
A Dan le gustó cómo sonaban sus vivencias explicadas en español, en voz de Cristina Fallarás, Francesco Spinoglio, Laura Fernández y Lucía Lijtmaer. Antes, abrió el acto Raúl Argemí. Con más tablas que un teatro con mucha solera, tuteó a Dan y la entrevista que publicara en su día en Sigueleyendo fue la mejor carta de presentación. 
Después, Otero y Amat insistieron en poner discos algo más oscuros de lo habitual: sonaron The Chills, Zounds y Theoretical Girls (y el "Out of my mind on dope and speed" de Julian Cope) pero la cabra tira al monte y todos acabamos bailando Los Canguros, Pistones, The Bats, Chango Abellán, Sting-Rays y Ludus.
En esos momentos Dan ya debía estar en el hotel, acompañado por los amables editores de Sajalín, con los que organizamos el acto, y también por su familia.
¿Porque hemos dicho que conocimos a una tercera generación Fante? Un niño con melena rubia y Beckelar, y con un brillo en los ojos que no dejó de centellear ni un segundo, aplaudió a  rabiar cada lectura. Era el nieto de John, el hijo de Dan. Y nos encantó conocerlo. Porque esta historia continúa.